sábado, 28 de mayo de 2011

A pesar de que existen muchas formas para expresar identificación psico-sociocultural, la música es la única que nos involucra a todos. Junto con el lenguaje, esta manifestación artística (pues requiere de habilidad) y cultural (pues es parte de nuestra forma de vida) es uno de los únicos mecanismos que, aparte de aparecer sólo en la especie humana, se desarrolla de forma fenotípica, es decir, viene en nuestros genes, se activa con la interacción y se hace notoria concretamente. La música tiene su mayor influencia en la adolescencia, cuando el ser humano busca definir la personalidad que tendrá en su estado adulto.


De este mismo modo, la música refleja la personalidad de la gente de acuerdo a la época en que ésta ha vivido. Por ejemplo, en tiempos prehistóricos, la música tenía un sentido religioso, ya que la vida de la gente se basaba en mitos y leyendas acerca de fenómenos naturales a los cuales el hombre era muy devoto. Más adelante, en los auges de los imperios mesopotámico y babilónico, la música tomó un carácter más placentero debido a que la gente de la época era muy secular, quizás tan secular como la gente actual. Durante el auge de los pueblos griegos y el Imperio Romano, la música se diversificó y tomó varias formas, de las cuales se destacan la música épica y la música de guerra que, nuevamente, reflejan la mentalidad de la gente de ese período. Más tarde, durante el renacimiento, el auge expresivo e intelectual formó la célebre música clásica, que hasta hoy en día prevalece con máximo reconocimiento como el género más culto y armonioso de la música.

No hay comentarios:

Publicar un comentario